lunes, 25 de febrero de 2019

El camión de la alegría llega al “Nuevo Colón”

El bibliobús de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. participó de Expo Art, actividades de verano para incentivar la creatividad en el recién inaugurado residencial Altos de los Lagos (Proyecto Nuevo Colón)

Dayana L. Rivas Ch.

Fulín vio llegar el bibliobús al pulcro barrio que por ahora tiene 102 edificios. Desde que el vehículo se estacionó no se le despegó más. Aún no habían iniciado las actividades formalmente, pero él, sin saber leer, ya estaba adentro viendo libros. Tomaba uno, lo ojeaba, preguntaba de qué trataba, lo dejaba para ir por otro. Cuando alguno le llamaba la atención se tiraba en la alfombra del camión. De pronto se acordó de La tortilla corredora, un cuento que escuchó en una visita anterior de la biblioteca. Se le quedó grabado, dijo Anayansi Barrantes, quien se encarga de esta entidad rodante.

Parece que lo primero que hace Fulín al despertar es comer e ir al puesto de guardia que hay en el recién inaugurado residencial Altos de los Lagos, donde viven unas 14 mil personas. Ahí pasa casi todo el día, según deja ver su relación cercana con los agentes y con los trabajadores sociales.

La presencia del bibliobús nunca pasa inadvertida. Acá en el nuevo Nuevo Colón no ha sido la excepción. Los niños se fueron acercando a él. Estaban esperando los cuentos. Al igual que Fulín, decenas de pequeños fueron llegando y rodeaban a los policías. Estos, ya acostumbrados a las visitas de sus vecinos, hacen un anuncio: “hoy les traje rompecabezas, pónganse en dos grupos. Yo los armo primero para que vean y luego lo hacen ustedes. El primer grupo que acabe gana”, dijo en voz alta un uniformado.

Los infantes hicieron lo indicado, al mismo tiempo que iban recibiendo unos desayunos que salían de la oficina. Los guardias estaban pendiente de que sus amigos ingirieran toda su comida. De vez en cuando regañaban a quien no tenías sus chancletas puestas o iban exigiendo que se colocara la basura en su lugar.

Después de comer, estaban listos para una primera ronda de cuentos. Anayansi toma un libro e inicia la narración. Solo estaban unos 3 niños sentados al lado de ella, al rato se acomodaron los demás y así se unieron unos 30. Anayansi preguntaba algo para saber si estaban atentos y la audiencia respondía con rapidez. Ellos también leyeron.

Que alguno de estos pequeños (de no más de 10 años) tuviera que cuidar a su hermano o hermana menor (incluso de 1 año de edad) no fue impedimento para ir a la “Maratón de Cuentos”, cierre de lo que el departamento de Gestión Social del Consorcio Nuevo Colón denominó Expo Art.

Pasarían toda la tarde escuchando historias. Después de la introducción de Anayansi, se les presentó a Saulo Olmedo y Marthe Halvorse, una pareja de panameño y noruega que andan por el mundo narrando. Como son músicos, acompañan sus espectáculos con instrumentos y cantos.

Iniciaron su presentación con algo vocal y un poco de percusión. Intentaron dar unas instrucciones para coordinar el desarrollo rítmico del espectáculo, pero fue en vano. Sobre ritmo hay poco o nada que enseñar a estos niños y niñas. Al primer golpe y vocalización, el público respondió como si lo supieran de toda la vida. La música es natural en ellos.

Saulo y Marthe crean historias con base en las culturas de los distintos lugares a los que viajan. Llegan a los sitios a aprender de su música, instrumentos, tradiciones y con eso escriben cuentos, que amenizan con sonidos, con temas que hablan del alma hasta de mangos.

Con estas técnicas la pareja logra mantener la atención de los niños, les transmiten conocimiento, algunas veces del país en el que están o de alguna tierra lejana. Esto no tiene que ver con lecciones moralistas, se apura a aclarar Saulo, explicando que hablan de tradiciones y cada quien interpreta las historias a su manera.

En las últimas horas de la tarde, ya los pequeños se comenzaron a inquietar. Habían escuchado varios cuentos, casi que no dieron tiempo de almorzar al equipo de facilitadores, pedían que se les abriera el bus. Debían disfrutarlo al máximo, ésta fue la tercera visita de esta herramienta de promoción de lectura de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R. y la última actividad de verano programa con esta entidad.

Pocas veces los cerca de 5 mil niños de este residencial tienen contacto con gestiones literarias, razón por la que Adrián Chang, del departamento de Comunidad del Equipo de Gestión Social del Consorcio Nuevo Colón, invitó a la Biblioteca Nacional a sus miércoles culturales y creativos.

De acuerdo con lo explicado por la psicóloga Yanelis Molina, también del equipo de Gestión Social, estos niños están rodeados de situaciones que los ubica como individuos en riesgo psicosocial, donde se manifiesta con frecuencia la deserción escolar.

Pero estos profesionales están enfocados en que eso sea asunto del pasado. “Queremos destacar las nuevas oportunidades que tienen”, aseguró Molina, y es así que han buscado aliados culturales en distintas ramas para explotar el potencial positivo de estos niños.

No queda duda de que estos pequeños son los consentidos de los policías que laboran en el sector. Justo los miembros de la estación que se encuentra en el barrio de más de 3 mil familias son unos de esos eslabones claves para ayudar a esta población a iniciar un mejor futuro. Sus armas cotidianas no son las pistolas y escudos protectores. Acá tienen otros dispositivos especiales como máquinas para hacer pop corn. Por ejemplo, cuando estaban en la última ronda de cuentos, se comenzó a sentir un olor a palomitas de maíz. Los agentes estaban preparando un snack para sus amiguitos.

De pronto, en medio del aroma a fiesta, reinó un pequeño caos, propio de cuando se tiene a un grupo de 80 niños juntos, pero la psicóloga muy sabiamente colocó una bocina y se oyó un repique de tambores. La audiencia hizo un círculo. Toda buena reunión social colonense necesita de un buen baile congo y así lo hicieron, dejando claro a los visitantes que venían a enseñarle ritmo, que esa tarea ya la tienen hecha de nacimiento.