sábado, 22 de junio de 2013

Entrevista a Fariba Hawkins

Publicada en revista Mia el 20 de junio de 2013

Fariba Hawkins entró a un concurso de belleza porque estaba convencida que ese tipo de actividades abren puertas. Y no se equivocó. Quizás no estuvo clara en el inicio, pero después de varios años y de muchas entradas despejadas, un buen día sentada en un salón de clases identificó que el cine es su pasión y supo que por esa puerta debía entrar.

El conocimiento que adquirió en un diplomado de cine en la Universidad Latina, su esposo y la compañía de un grupo compuesto por profesionales idóneos, le dieron la oportunidad de recibir medio millón de dólares del Fondo Cine (iniciativa de la Dirección Nacional de Cine del Ministerio de Comercio e Industrias) para la creación de una película. No es que sea la suma con la que se realice una producción como las de Hollywood, pero el aporte es visto como un gran incentivo entre los actores de esta industria.

La selección de la propuesta del equipo del que es parte Hawkins se dio entre otros proyectos presentados por personajes con más trayectoria que ella. Y como siempre, aunque se esmeró, estaba segura que no ganaría y que su participación en esta actividad le serviría más que nada para que otros descubrieran que ellos (Fariba y sus compañeros de trabajo) estaban haciendo ese tipo de ejecuciones cinematográficas. Tal es su fascinación por el cine que, así como ella aceptó que esto es lo suyo, deseaba que otros también lo asimilaran.

Cabe resaltar que internalizarlo no fue tan sencillo. Le tomó tiempo.

Inicia el proceso

Para una chica que creció bajo el pensamiento que dicta que hay que estudiar una carrera convencional (médico, arquitecto, abogado, etc.) no era fácil determinar que el arte audiovisual era el portón por el que debía entrar. A diferencia de muchas, ella decidió ingresar al Miss Panamá en el año 2003 luego de tener su diploma en leyes bajo el brazo, pues entendía que ese tipo de actividades consumen mucho tiempo. En ese momento no tenía la ruta trazada.

No ganó la máxima corona de la competencia pero en efecto su rostro se dio a conocer. En lugar de ir a un despacho de abogados, ella consideraba que su juventud le daba licencia para entretenerse en otros oficios, luego le tomaría importancia a las leyes, pensaba para sus adentros. Fariba fue llamada a un casting para presentadora de televisión y ganó la plaza. También tuvo la oportunidad de ser la protagonista de la novela de producción nacional llamada “Vivimos un secreto”.

Esta chica dio varios tumbos que la guiaron a conocer a Jeico Castro, a él le hizo algunas consultas acerca de edición. La verdad es que tuvo una excelente química con el chico lo que dio paso al amor y luego al matrimonio, del que nació el pequeño Jeico Estefano. Pero ese no fue el único fruto de esa relación.

Jeico estudió cine y Fariba siempre tuvo cierta inquietud por la actuación. Por momentos pensó que eso era lo que deseaba hacer, mas entendió que aquí en Panamá no hay una condición que permita que los actores se desarrollen como ella esperaba hacerlo (si es que lo hacía), lo que le indicaba que tendría que salir del país. Ya estaba casada, su hijo había nacido y ya tenía la empresa Tiempo Real, que pese a su negativa y gracias al positivismo de su esposo, era próspera.

El día que vio la luz

Aquí viene la ruta cineasta. Fariba acepta que peca de insegura o de lo que ella plantea como “realista”. Cuando nació la idea de crear una productora analizó que el panorama no era sencillo, puesto que entendía que requerirían de una fuerte inversión económica, y además ya había un nicho de profesionales con el mercado más o menos acaparado.

Por su parte, Jeico veía que Fariba era una cara conocida y él tenía la preparación académica necesaria. Con un poco de incertidumbre esta chica aceptó el reto, pues lo que no tiene de segura lo tiene de aplicada. Para su dicha todo fue en positivo siempre. Les comenzaron a llegar los clientes para la realización de comerciales de televisión y hasta de vídeos musicales. Tanto en los comerciales como en los vídeos ella, con frecuencia, hizo las veces de productora. De hecho lo estuvo haciendo por largo rato, sin siquiera sentirse que lo era. Lo ejecutaba y ya. Entonces apareció el diplomado de cine, que por sugerencia de su esposo, decidió tomar.

Allí, acompañada de personas con poca experiencia, sacó adelante un proyecto que gustó mucho, y llegó la luz a su vida profesional. ¡Ajá! Eso era lo suyo, la producción, la producción de cine. Ahí se sintió plena y con locura pasional se metió en esa línea. De eso pasó al Fondo Cine y ahora trabaja en la elaboración del largometraje, cuyo nombre tentativo es “La última sonrisa”. Los planes para empezar a rodar están para inicios de 2014.

Fariba sabe que todavía hay más puertas por abrir y entiende que el talento, el empeño y los conocimientos son claves para que las cerraduras cedan.