jueves, 30 de mayo de 2013

Entrevista a Maritza Vernaza

Entrevista publicada el 30 de junio de 2013 en revista Mia

Primer llamado. Ya había sonado el timbre que marcaba el fin de la jornada de clases. Ahí muerta de la curiosidad estaba la pequeña Maritza Vernaza, quien en lugar de ir corriendo a tomar el autobús para llegar a casa, se quedó porque había escuchado que una maestra ensayaría con un grupo de niños una obra teatral para un acto especial. Mientras la docente daba direcciones a los compañeros de Vernaza, ella veía con ilusión lo que pasaba. Nunca había actuado, pero lo que sus inocentes ojos divisaban la enamoró. De vuelta a casa en su mente de niña seguía rodando la escena.

Segundo llamado. Ya la niña no era tan niña. Su existencia de adolescente le rogaba por otras actividades. La diferencia es que ahora no era tan tímida y podía autogestionar ciertas prácticas. A sus oídos llegó la opción de colaborar con la Cruz Blanca Panameña, específicamente en un grupo de prevención para jóvenes. Una de las facilitadoras era Xochitl Mckay (psicóloga y teatrista), con quien empezó a hacer teatro comunitario.

Tercer llamado... y se abre el telón. Con mucha más experiencia que la de la infante que veía a la maestra ensayar a los niños, Maritza participaba en la audición para la obra “Marianela”, de Benito Pérez Galdós, más que nada por sus cualidades físicas (ella es muy delgada), y resultó seleccionada. No esperaba debutar profesionalmente, ni siquiera lo estaba buscando, pero le llegó. Luego trabajó en “Maestra Vida” de Bruce Quinn, con el papel de La Vecina.

Y el telón se siguió abriendo... bueno también se cerraba, pero no ha dejado de abrirse. Paralelo a sus primeros pasos en las tablas esta actriz se preparaba para ser psicóloga, pues siempre le ha interesado el trabajo social. Aunque deja de ser psicóloga ella ejerció de lleno esta profesión en el área de recursos humanos, en capacitaciones y hasta en investigaciones de mercado. No obstante, el teatro siempre estuvo ahí.

“Realmente son cosas que siempre están, que siempre has estado haciendo, que te gustan. Te vas enamorando de ellas y quedas metida de cabeza. No sé si es una elección, es más bien como un modo de vida en el que de pronto estás y no pretendes abandonar porque satisface en muchos sentidos”, expresa Maritza al hablar de cuando decidió quedarse con el teatro en su vida.

Con su interés por la labor solidaria, el contacto con la comunidad, con ese principio de hacer algo por los demás sin dejar de gestar lo que le gusta, ella junto a su amiga y colega, la actriz Mariela Aragón Chiari, crea el Teatro Carilimpia, un tipo de teatro que utiliza espacios no convencionales; un día pueden montar una obra en medio de una avenida y al otro están dando una función en una bodega. Con esto han podido constatar la sed de oferta cultural que tienen las personas. Sin distinción de clase social los habitantes de la ciudad están ávidos a nuevas propuestas, a todo lo que los ayude a liberar el estrés del día a día.

En los intermedios. Lejos del ojo del público la actriz suelta una carcajada y dice: “Sí, sí. Sin duda sí habría sido más fácil”. Le acababan de preguntar si ejercer la psicología no habría sido más sencillo. “Trabajar con arte o gestión cultural implica muchos retos (al menos en Panamá actualmente)”. Ella no se arrepiente ni teme enfrentar los desafíos. Vivir la vida no es como seguir un guión, pero sí es como confrontar los imprevistos que se puedan dar en la producción de una puesta en escena.

Sigue la trama y el público aplaude. Poco o nada queda del temor de la niña de la escuela. Sus representaciones artísticas no son escasas. Los mejores teatros de la ciudad, las avenidas más concurridas e incluso en los metrobuses han apreciado su talento, no solo como actriz sino como productora.

Cuando la obra termina no hay telón que bajar. Literalmente en las presentaciones de Teatro Carilimpia no existe telón que bajar, y así mismo Maritza observa como difícil que ella algún día lo pueda dejar caer, pues cree que va a estar en el teatro toda su vida, no se imagina vivir sin la actuación.